Soledad del mexicano.

Pasando y esperando el tiempo fuera de casa, en el mercado vi dos ratas, se me ocurrió pensar en adoptarlas como mascotas llamarlas mexicana y gringa pues una era blanca y la otra gris, obviamente la blanca se llamaría gringa y la gris mexicana no crean que es por distinción de raza sino porque la blanca es feliz y la gris infeliz(simplemente por lo que representa el color), al llegar a este debate personal con el nombre de mis ratas me vino a la mente la obra maestra “El laberinto de la soledad” del gran Octavio Paz en la cual aparecen algunas de las respuestas de mis preguntas inconclusas y también respuestas de nuestra cultura.


De ahí fue que empezó el reencuentro con este libro el cual me gustaría compartir y por supuesto debatir.


Mexicanos en los Estados Unidos.

Allá la atmosfera mexicana simplemente vaga y es imposible captar con palabras, esta mexicanidad flota en el aire y se mueve pero no se mezcla ni se funde con ese mundo preciso y eficaz, simplemente flota y es presente.

Igual que esa atmosfera los mexicanos son presentes, aunque hayan adoptado diferente idea, idioma, moda y tengan vergüenza de su origen no se confunden con norteamericanos auténticos, pero no es precisamente ni vulgarmente por los rasgos físicos como se piensa, es el aire inquieto de estas personas que se disfrazan y ponen piel sobre piel para poder esconder el origen que los marca, ellos tiene miedo de miradas capases de ver su desnudes y su total intimidad. Otras comunidades reaccionan diferente; los negros, por ejemplo, se esfuerzan por ingresar a tan complicada sociedad y quieren ser como los otros ciudadanos.

“Pachuco”


Ha perdido su lengua, su religión, sus creencias y su herencia por ser parte de un disfraz ante las miradas de esa sociedad, es una simple moda, este solo se lanza por retar a lo que lo rodea no para fundirse con él es algo contradictorio pues su vestimenta lo exhibe y destaca pero al mismo tiempo lo oculta.

El pachuco no quiere ser mexicano, pero tampoco yanqui (dice Octavio).

Dejando en parte al pachuco nosotros los mexicanos nos encerramos en nosotros mismos por miedo a que vean nuestra intimidad, nos ponemos a pensar y se hace mucho más profundo lo que nos separa y lo que nos distingue.


También la inferioridad es parte de nosotros pero esta no es igual a la soledad, no significa que sea parte de nuestra soledad es otro simple síntoma de la mexicanidad. Los mexicanos nos sentimos distintos y estamos en busca de nuestro origen.

La realidad: el mundo nos persigue y existe no es inventada por el hombre como en Estados Unidos y el mexicano se siente alejado de esta realidad.

(En Norte América, el mundo ha sido construido por él y ésta hecho a su imagen). Algunos piensan que nuestra diferencias con aquel país son solo económicas pero están equivocados, aun cuando estas terminen seguiría nuestra rivalidad.

Estados Unidos es una sociedad que realiza sus ideales y que tienen confianza en su supervivencia, son realistas pero su realismo tiene un tanto de hipocresía pues dejan afuera todo lo contrario de lo que les parece placentero o de buen gusto (como la muerte, ellos aparte de que no la quieren conocer no quieren hablar ella), ellos son crédulos, optimistas, abiertos, modernos, activos, alegres, quieren comprender, no mienten pero cambian la verdad verdadera, pero no todo podía hablar bien de ellos pues ellos siguen un sistema de adaptación que hace que hombres y mujeres no crezcan ni maduren el cual se repite constante mente en el radio, televisión, internet, ese sistema tal sistema que quema su pequeña realidad.

Y...¿Nosotros?

Aquí les va lo que somos, según Octavio Paz...

Para nosotros un realista es un pesimista, la muerte nos es un amigo íntimo, somos desconfiados, sarcásticos, creyentes, puritanos, nihilistas, quietistas, nosotros solo contemplamos, mentimos por fantasía o por desesperación.

(Eso es lo que es el mexicano y creo aún falta mucho más).

Pero llegando a un punto de equilibrio las dos culturas o sociedades o como les quieran llamar tienen algo en común, y es que, no han logrado la reconciliación del hombre con el universo, pero lo peor es que hayan perdido el sentido de toda actividad humana: asegurar la vigencia de un orden en que coincida la conciencia y la inocencia, el hombre y la naturaleza. . . según dice Octavio Paz.


Dejando abierto este tema con opiniones y críticas, recuerden que es un tema más el punto de equilibrio lo decidió Octavio, no yo. Yo solo quería poner a la vista de ustedes, lectores lo mucho de lo poco que Octavio nos ha dejado pues esta obra se basa solamente en el primer capítulo: “El pachuco y otros extremos” del tan nombrado libro “El laberinto de la soledad”.





Escribió... Agg Cerón.

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