Homicida Frustrado. El Crimen de David Alfaro Siqueiros




UNO DE LOS GRANDES.
Siqueiros hoy es considerado uno de los tres más importantes muralistas mexicanos, pero pocos saben que tambien fue uno de los detractores de León Trotsky al grado de atentar contra la vida del político ruso.




Conocemos a David Alfaro Siqueiros (1896-1974)  como uno de los tres grandes autores del muralismo mexicano, junto con José Clemente Orozco y Diego Rivera. Originario de Chihuahua, viajo a la Ciudad de México, donde ingreso a la Escuela Nacional Preparatoria y asistía, por las noches, a la Academia de San Carlos. En Europa conoció a Rivera y junto a él empezó su carrera pictórica. A lo largo de varias décadas de trabajo, Siqueiros alcanzo la madurez como artista y realizo una amplia obra mural en algunos de los edificios más importantes de México: las oficinas centrales de Ciudad Universitaria, el Castillo de Chapultepec y el Palacio de Bellas Artes. A partir de 1966 desarrolló una de sus creaciones más ambiciosas y notables, el Polyforum Cultural Siqueiros en la Ciudad de México, un recinto donde confluyen su creatividad plástica con su visión del espacio arquitectónico.


Siqueiros destacó también como un activo militante político a favor del comunismo y el anarquismo. Lucho como voluntario en la Guerra Civil Española y militó en el Partido Comunista Mexicano. Su carácter explosivo y su participación en huelgas y movimientos sociales lo hicieron protagonista de varios escándalos públicos. Hasta ese punto, su figura era como la de tantos otros artistas del siglo XIX dispuestos a defender sus convicciones políticas. Su mitad oscura aparece en su frustrado proyecto de cometer un asesinato.

Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido como León Trotsky, era un político ruso que tomo parte en la Revolución Bolchevique de 1917 y trabajo al lado de Lenin. Al mando del Comité Militar Revolucionario logro que el movimiento triunfara y, junto al máximo líder, impulsó las grandes transformaciones políticas que exigía el nuevo orden de las cosas. Miembro del Politburó y comisario de Guerra, pronto enfrento los embates de un grupo opositor formado por Grigori Zinóviev, Lelv Kámenev y José Stalin. Tras la muerte de Lenin éstos lo acusaron de violar la disciplina del partido e ir contra la revolución. Lo despojaron de sus cargos e, incluso, lo desterraron de la Unión Soviética.

Convertido en crítico del estalinismo, Trotsky viajó por varios países en busca de asilo. Finalmente, en 1938 se instaló en México, donde el presidente Lázaro Cárdenas le concedió asilo político gracias a las gestiones de Diego Rivera y Frida Kahlo. Tras vivir algunos meses con esa pareja en la célebre “Casa Azul”, se mudó a una residencia en la calle Viena, también en Coyoacán. Defensor del socialismo “puro” personificado por Stalin y su grupo, David Alfaro Siqueiros se opuso a la estancia de Trotsky en México y, para ponerle fin, decidió asesinarlo al parecer por indicaciones de agentes estalinistas. En la madrugada del primero de mayo de 1940 un comando de veinte hombres armados con rifles, bombas y sierras eléctricas, con Siqueiros a la cabeza, ingresó a la casa de Viena gracias a la complicidad de uno de los guardaespaldas de Trotsky. Robert Sheldon Hart, quien en realidad era un doble agente al servicio del estalinismo. El comando disparó cerca de cuatrocientos balazos y el mismo Siqueiros se aproximó a la cama matrimonial de Trotsky y su esposa. La pareja logró protegerse en un rincón de la habitación y de esta forma se salvaron la vida.

Los guardias leales a Trotsky lograron expulsar a los intrusos y Siqueiros se dio a la fuga. Desde su escondite, antes de su captura, Siqueiros escribió algunas cartas a la jefatura de la policía donde se comprometía a que en el momento apropiado “habría de aclarar el muy justificado asalto a la casa de Trotsky mostrando graves responsabilidades políticas que lo habían hecho posible e inevitable.”Tras su captura, dijo “que el asalto del 24 de mayo había sido en realidad un crimen revolucionario contra las oficinas centrales de los reaccionarios.” En su comparecencia al juzgado, Siqueiros se negó a declarar y buscó la forma de quedar exonerado del intento de homicidio, a pesar de que las autoridades descubrieron que llevaba días preparando el ataque contra Trotsky.

Gracias a sus influencias y al hábil uso del recurso de amparo, Siqueiros logró que las cortes mexicanas redujeran la incursión de esa madrugada a los delitos de allanamiento de morada, uso ilegitimo de uniformes y daño a propiedad ajena. Siqueiros salió de la cárcel libre bajo fianza y huyo a Chile. Su delito quedó impune. Tan sólo unos meses después, el 20 de agosto de 1940, Trotsky moriría asesinado en su propia residencia cuando Ramón Mercader le aplicó un golpe de piolet en la cabeza.

Escribió Erick Raúl Valverde

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